viernes, 7 de marzo de 2014

Volver a sonreír de la mano del nuevo

Parecía que en Bulgaria habían olvidado disfrutar del fútbol. Los conflictos nacionales que convulsionaban el país se trasladaban al deporte en forma de corrupción y amaños de partidos. Si se hablaba del fútbol búlgaro, se hablaba de polémica, y eso repercutió muy negativamente al juego que siempre había mandado en Bulgaria.

Quedaban atrás aquellas apariciones por Europa de los dos clubes de Sofia, el CSKA y el Levski, llegando el primero de ellos a tres semifinales de Copa de Europa en 1967, 1982 y 1989. Lejos estaban los pulsos de estos dos equipos para conquistar el trono de Bulgaria, que acostumbraba a llevarse el CSKA, aunque el Levski tenía mucho que decir. O aquella histórica selección que eliminó a una potencia mundial como Alemania y llegó a las semifinales del Mundial 1994 en Estados Unidos, liderada por una estrella de calibre mundial como Hristo Stoichkov, que consiguió llevarse la Bota de Oro del torneo.

Pero todo había cambiado. En los últimos años, el fútbol en este país balcánico brillaba por su ausencia en los terrenos de juego y destacaba más en las oficinas. Las deudas de sus equipos provocaron una serie de altercados tales como blanqueo de dinero, amaño de partidos o evasiones fiscales. El conflicto se extendió tanto que llegaron a haber hasta quince asesinatos de directivos.

Y mientras tanto, el apasionado del fútbol lloraba. Las batallas que se daban en el campo quedaban contrastadas por las empresariales y cada vez más su juego perdía prestigio.
Hasta que un equipo lo cambió todo. A mediados de junio de 2001 aparecía por fin un club de la ciudad del noreste del país, Razgrad. Aleksandar Aleksandrov y Vladimir Dimitrov fundaban un club bajo el nombre de Ludogorie –y que más tarde cambiaría a Ludogorets-, y formaron un proyecto esperanzador. El equipo, como es lógico, empezó desde abajo, pero pronto subió hasta llegar a la tercera división en 2005. Lo que no sabían los de Razgrad era lo que les esperaría después. En la temporada 2009/2010 quedó segundo en la tercera categoría del fútbol búlgaro, cosa que le permitió subir a la segunda división, donde la primera posición en el campeonato liguero los envió directos a la A PFG.

El equipo de Razgrad se abrió camino entre una división donde el Litex Lovech había roto la hegemonía de los capitalinos, ganando dos ligas seguidas. Aquella parecía ser una temporada de pruebas para el Ludogorets, y que serviría para asentarse en la máxima categoría. Nada más lejos de la realidad, los de Razgrad demostraron cuán fuerte era su propósito y se metió entre los grandes para ganar una liga que estuvo disputada hasta el último partido, cuando una épica victoria por 1-0 contra el CSKA Sofia decidió la liga a favor de las águilas de Razgrad. Gracias a esto consiguieron clasificarse para las fases previas de Champions, aunque no pudieron clasificarse y quedaron fuera de las competiciones europeas. Pese a esto, no se rindieron, y volvieron a ganar la liga la temporada siguiente, demostrando una vez más que su idea era muy sólida. Esta temporada, pues, volvieron a jugar las fases previas de la Champions, y tras pasar airosos de dos de ellas, cayeron en los play-offs ante el Basilea.

Quedaron relegados a la Europa League, y quisieron demostrar que, aparte de su éxito nacional, también tenían algo que decir en Europa. Su fase de grupos fue casi perfecta: consiguió 16 puntos de 18 y se clasificó primera de grupo, siendo la revelación del torneo.
En octavos de final aparecía la Lazio. Rival duro donde los haya, proveniente de una gran liga. Todo el mundo señalaba a los italianos como claros favoritos para pasar a octavos, pero el Ludogorets sabía que aquellos eran seguramente los partidos más importantes de su historia y volvió a tirar de coraje y sacó un resultado más que positivo en Roma, un 0-1. Llegaban a Bulgaria con este colchón y empezaron de la peor manera posible. Un gol a los 17 segundos y otro diez minutos después de reanudarse el juego en la segunda parte parecían acabar con las aspiraciones de los jugadores del Ludogorets, pero sacaron fuerzas de la flaqueza y llegaron a empatar el partido 2-2. Poco les duró la alegría, pues después del empate, Klose imponía la lógica y adelantaba a su equipo en el marcador.

Todo Razgrad veía que su sueño europeo empezaba a desvanecerse. El tren del éxito se iba y ellos solo podían mirar. Y es que parecían olvidarse de la épica de su equipo, porque dos minutos antes del final del tiempo reglamentario, una pelota muy bombada llegaba al recién ingresado brasileño Juninho Quixadá, que gracias a un rebote consiguió hacer entrar el balón en la portería.

El Ludogorets Arena, Razgrad e incluso Bulgaria entera estallaron con este gol. El fútbol en todo el país volvía a brillar en el campo, más que en los escritorios, donde el conflicto está ya casi arreglado. El fútbol búlgaro volvía a surgir en Europa de la mano de un recién llegado como el Ludogorets. Ahora será el rival del Valencia en octavos y todas las apuestas apuntan su despedida de la competición. Pero ya se sabe cómo pueden llegar a sorprender, en la que será otra batalla David contra Goliat.  


Y es cierto que quedan aún muy lejos esos años de gloria del fútbol búlgaro. Sí, es cierto. Pero el Ludogorets –ni el CSKA ni el Levski, ¡el modesto Ludogorets!- ha hecho volver a sonreír a todo el territorio. Y esto es un paso. Un gran paso.    

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