miércoles, 12 de marzo de 2014

El todoterreno africano


Gnégnéri Yaya fue el mediano de los hermanos marfileños Touré. Soukoura Bouaké vio crecer a Kolo, el grande, a Ibrahim, el pequeño, y al mismo Yaya. Se podría decir que los tres crecieron con una pelota en los pies. Empezaron de semejante manera, ingresando en las categorías inferiores del equipo marfileño más laureado, donde otras grandes estrellas han enseñado su fútbol, el ASEC Mimosas, y el paso por este club les dio la oportunidad de Europa a los tres, pero hoy nos centraremos en Yaya.


Llamó la atención del KSK Beveren belga con dieciocho años al cabo de una temporada jugando en su tierra natal y de ahí pasó a Ucrania para actuar en el Metalurg Donetsk. El buen juego que desplegó en el país de Europa del este le llevó a un club más grande como el Olympiacos, donde ganó dos ligas y dos copas. Un conjunto de una gran liga tenía que llamar a la puerta y lo hizo el Mónaco. Allí destacó y acabó siendo clave con veintitrés años pese a haber empezado como suplente, y eso le abrió camino hacia la selección y el Mundial de Alemania 2006.

Entonces apareció el Barça. El equipo catalán pagó nueve millones de euros para hacerse con sus sevicios y Yaya se trasladó a Barcelona. El marfileño tuvo que jugar en una posición más atrasada que en los clubes anteriores y se transformó en  mediocentro defensivo y por delante de los centrales, ya que para el ataque en el centro del campo había Iniesta, Xavi y otros jugadores que estaban por delante de él. Aunque costó, se acabó adaptando y volvió a ser importante en el equipo.
Con la llegada de Pep Guardiola al equipo la temporada siguiente, Touré también fue clave para conseguir el triplete. Aunque no empezó como titular, ya que el joven Sergio Busquets empezaba a irrumpir, sí acabó la temporada así y llegó a marcar en la final de la Copa en un partido que disputó como central.

Así jugó Yaya Touré en la mayoría de partidos con el Barça,
aunque cambiando algunos jugadores.
La siguiente temporada fue la última del jugador en el Barça. La consolidación de Busquets en el mediocentro le había quitado muchos minutos, y para un jugador como él no bastaba con jugar la mitad de los partidos. Yaya buscaba algo más. Su ambición le llevó a Inglaterra donde firmó por el Manchester City a cambio de treinta millones de euros. El Barça había hecho un negocio redondo, pues el marfileño había rendido muy bien durante tres temporadas y con su venta sacaron veintiún millones de beneficio. Todos los culés agradecieron muchísimo su paso por el club, ya que había hecho un gran esfuerzo para adaptarse a la situación. Se le recuerda con gran alegría y se le espera con las manos abiertas si algún día quiere volver. Es querido y él lo sabe.

Todo parecía excelente; lo que no sabían en Can Barça era que lo mejor de Touré estaba por llegar, y que otra posición lo explotaría definitivamente y lo llevaría a la gloria.

En el City lo pusieron más adelante en el terreno de juego. Su papel pasó a ser algo más ofensivo que el que había tenido vestido de azulgrana. Al jugar con un doble pivote, en Manchester estuvo más protegido y pudo aprovechar su potencia para incorporarse al ataque con asiduidad, sabiendo que había alguien por detrás suyo que le cubría las espaldas. Esto le permitió destacar mucho más en la faceta ofensiva y llamó la atención del premio al mejor jugador africano del año, que lleva ganando desde hace tres años. En cuatro temporadas en el equipo mancuniano ha ganado una Premier League y tres copas nacionales: la Community Shield, la FA Cup y la Capital One de este año. El marfileño se ha convertido en uno de los mejores jugadores del equipo –sino el mejor- y una de las claves, tanto ofensiva como defensivamente. Una estadística que demuestra notablemente su cambio de posición es la de los goles. Con el Barça marcó 6 goles en tres temporadas (2-3-1), mientras que en el City ha anotado 46 tantos en cuatro temporadas hasta ahora, teniendo en cuenta que ésta no se ha acabado aún (10-11-10-15).


Así juega esta temporada en el City, mucho más libre.

Mientras tanto, en la selección, donde lógicamente es la estrella, también está muy liberado, incluso más. Al jugar en un teórico trivote con dos jugadores mucho más defensivos que él, tiene libertad más que de sobra para atacar y crear peligro. 


Cómo juega:
Su juego es tan especial y destacado principalmente por su potencia. Su metro noventa y uno –lo que hace que sea muy peligroso en el juego aéreo y gane casi todos los balones en el medio del campo que llegan por arriba- no lo entorpecen ni lo ralentizan en absoluto, pues la zancada que posee le sirve para sortear rivales con facilidad usando principalmente la robustez de su cuerpo para proteger el balón. La posición que ocupa en el City, de la que ya hemos hablado antes, le permite explotar al máximo sus cualidades y le deja terreno libre para incorporarse al ataque y armar su potentísimo disparo, una de sus otras especialidades. Su pierna derecha es un auténtico cañón y de vez en cuando saca un chut –que en Barcelona se conocía como Yayardo- que si va a portería se convierte en gol en la mayoría de ocasiones, lo que dispara considerablemente sus números goleadores. En el City ya toma la iniciativa cuando hay una falta en la frontal del área y ha metido unos cuantos de estos libres directos.

Quizás le falta algo de calidad técnica aunque esto no es sumamente importante en su equipo porque acostumbra a llevar las contras y no necesita mucha precisión en el pase, sino más bien lo que domina él: la zancada. Pese a esto, es capaz de dar un pase largo a la espalda de los defensas o abrir a bandas con facilidad, por lo que no tiene demasiadas mancanzas en ninguna faceta del juego. Estamos hablando de un jugador completísimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario