viernes, 2 de mayo de 2014

A Turin por el Turia



El Valencia lo hizo (casi) todo bien para poder pasar a la final en Turín. Tras una extraordinaria primera parte en la que en 28 minutos ya había logrado lo más difícil, empatar la eliminatoria con goles de Feghouli y Beto en propia puerta, y conseguir superarla con un gol de Mathieu a la salida de un córner, llegó el momento culmen del sevillismo, ese momento en el que en las películas para nuestro actor se para el tiempo y llega a escuchar el silencio, ese momento en el que Stephane Mbia logró marcar un testarazo que bien vale un pase a la final de la UEFA Europa League. Mbia saltó para llevar a su equipo a la final y de paso tocar el cielo de Valencia.

PIZZI VOLVIÓ A ACERTAR EN SU PLANTEAMIENTO

El entrenador argentino introdujo variantes obligadas debido a la sanción de Paco Alcacer, teniendo que apostar por un 4-4-2 con Jonas y Vargas como puntas móviles para así volver loca a la defensa del Sevilla. Keita obtuvo un rol fundamenta también a la hora de fijar a Mbia (mediocentro con más llegada del doble pivote de Emery) y así dificultar la salida de balón tanto por interior como por las bandas, esto llevó a un acusado abuso del pelotazo que llevó a la nada más absoluta al equipo visitante y a la máxima efectividad de los de Pizzi que transformaron dos de tres ocasiones que tuvieron en la primera mitad. Por la parte de Parejo, aportó una magnífica distribución de pelota y no se arrugó a la hora de mostrar sus facultades defensivas; en él residió quizás el desequilibrio hacia la parte sevillista de la eliminatoria, pues a partir de su cambio el equipo de Nervión comenzó a tener más la pelota y por tanto a crear algo de más sensación de peligro.

Onces del encuentro
El Sevilla defendía en campo propio, y para nada esto dificultaba la salida de balón de los laterales chés, que predominantemente buscaban centros a la cabeza de los dos arietes, teniendo como gran ejemplo el gol en propia puerta de Beto, que llegó tras un centro de Bernat que golpeó en el larguero y el portugués la introdujo en la portería.

Con las bandas para los laterales, Pizzi decidió hiperpoblar el juego interior, metiendo y dándole libertad a los dos hombres de banda, Pablo Piatti y Soufiane Feghouli, para así desbordar en trabajo al pivote sevillista y crear así superioridad numérica por los costados. Así llegó el primero de los goles valencianistas, con una gran pared entre Vargas y Feghouli que este último se encargó de transformar con cierta fortuna al golpear en un contrario. El gol de Mathieu llegó tras un córner en el francés logró adelantarse a la zaga visitante y hacer el gol a quemarropa. 




EMERY ESPECULÓ Y SE EQUIVOCÓ


El Sevilla salió con su once de gala y con el planteamiento esperado, defensa en campo propio para la posterior contra rápida, balones largos o suerte en alguna jugada a balón parado. El conjunto sevillano cedió en su totalidad el balón a los de Juan Antonio Pizzi, y solo se dedicaban a vascular para poder esperar algún fallo de los de Mestalla, pero no fue así. El equipo rojo se equivocó, puesto que en apenas diez minutos los centrales locales ya habían aprendido como acabar con aquel tipo de juego directo, y además los locales no perdieron ni un solo balón en su propio campo.

Navarro fue titular en detrimento del ofensivo Alberto Moreno, puesto que parecía preveer Emery que por ahí vendrían sus males de cabeza, en este caso con el nombre de Feghouli y de Joao Pereira, puesto que Reyes pasado un tiempo no podía llevar los compases defensivos. Por la otra banda también generó peligro el Valencia, con Bernat y en menor medida con Piatti, pero Vitolo y Coke supieron en gran parte del partido tapar los espacios para que estos buscaran a Parejo o Keita en el centro.

Cabe destacar el doble agujero generado entre la delantera y el doble pivote (el más grande de los dos agujeros), y por otra parte entre el doble pivote y la defensa (que se solucionó con el paso del tiempo), este último agujero llevó a que se generara la ocasión del primer gol valencianista. El Sevilla tuvo una ocasión que pudo cambiar el devenir del partido, un paradón de Diego Alves a Reyes que tras pase de Bacca de tacón se dormía en los laureles a la hora de definir. El Sevilla no presionó, el Sevilla ni atacaba ni defendía.

FINAL AGÓNICO

Emery no sabía que hacer, y la afición sevillista se extrañó al ver los cambios improductivos que hacía: Gameiro por Bacca, Marin por Reyes y Alberto Moreno por Navarro. Todos esos cambios eran jugadores de la misma posición para renovar y darle aire al equipo por el lado en el que más se estaba sufriendo y así también aprovechar para darle algo más de ofensivo al equipo.

Así terminaron ambos conjuntos el encuentro

Parecían cambios calificables como tontos, pero parecían surtir efecto. Alberto Moreno sirvió para empujar desde atrás al equipo (de sus botas nació el famoso saque de banda) y añadirle un plus de ataque a su equipo aprovechando junto al canario Vitolo los constantes huecos surgidos de la subida de Joao Pereira; Marin jugó por dentro para asociarse con Vitolo y Rakitic; Gameiro se aprovechó de los movimientos de estos últimos pudiendo llegar a meter en una ocasión. 

A que el conjunto blanquirrojo atacara y tuviera la pelota más contribuyeron los cambios de Pizzi con Barragan por Jonas para cerrar la banda de Alberto Moreno, y Javi Fuego por Parejo para contener el juego interior generado por Vitolo, Rakitic y Marin, perdiendo así un distribuidor que estaba haciendo hasta el momento un gran partido en su faceta defensiva.

Llegó el minuto 90 y tras ingentes pérdidas de tiempos con lesiones y varios balones en el terreno de juego, el árbitro añadió cinco minutos de los cuales el cuarto iba a ser el fatídico para los valencianistas y el maravilloso para los sevillistas, con un saque de banda de Coke que prolongado por Fede Fazio logró rematar como si de un martillo se tratase su cabeza Stephane Mbia. Gran eliminatoria la que nos han brindado ambos equipos y como diría Boskov "fútbol es fútbol". Ahora le espera al Sevilla en la final a un Benfica con grandes posibilidades de conseguir el póker de títulos, sin Markovic, Enzo Pérez ni Salvio, y con la maldición de Bela Guttmann

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