martes, 24 de junio de 2014

México certifica su remontada: del caos a la gloria


Ayer se jugó el primer partido decisivo para concretar cuál era la selección que pasaba a octavos de final. Desde alguna hora antes se sabía que el rival del que ganara el encuentro sería seguramente Holanda, después de que la Oranje venciera a Chile, pero lo que se determinaba en este enfrentamiento era bastante más importante. Aquí, más que nunca, ganar lo era todo y perder, nada.

Para ello, los dos técnicos salieron con lo mejor que disponían. México, como ya se sabía, repitió el once de las anteriores citas y que casi ya nos sabemos de memoria, pero Kovac sorprendió bastante al introducir un jugador que venía jugando de lateral en el centro del campo: Danijel Pranjic. Para ello, introduciría una especie de trivote hasta ahora insólito en la ajedrezada, en la que Rakitic sería el mediocentro más atrasado y Modric y el jugador del Panathinaikos actuarían como interiores.



El partido fue, de principio a fin, como México quería. Desde el primer momento, el combinado balcánico estuvo muy incómodo sobre el campo y, pese a que tuvieron la posesión, no sabían qué hacer con el balón. Poco intimidaron a Ochoa, ya que, primero con problemas de salida y luego con centros poco acertados, se mostraron muy planos en su juego. Lo primero fue un claro error de planteamiento: Rakitic bajaba a recibir entre los dos centrales para salir jugando, pero justo delante no encontraba a ninguno de sus compañeros, puesto que Modric estaba demasiado adelantado y Pranjic no tiene tanta técnica. Cuando se conseguía salir limpiamente y se superaba a los centrocampistas aztecas, siempre muy intensos, la mayoría de ataques acababan en la banda derecha, donde un Srna bastante apagado y Perisic se alternaban centros al área sin demasiado ánimo e intentaban buscar la espalda de Layún.  


México era todo lo contrario. Sabiendo de la falta de ideas claras de su rival, supo jugar a su especialidad: esperar y plantarse en campo contrario con muchos hombres proyectados rápidamente. Principalmente llegando por el medio con largos centrocampistas, no crearon demasiado peligro pero dejaron claro que podían hacerlo perfectamente. Un disparo desde fuera de Héctor Herrera, uno de los mejores partidos y seguramente la estrella de su selección en este Mundial, fue lo más destacado de los primeros cuarenta y cinco minutos en cuanto a ocasiones de gol.

Tras el descanso, el escenario se clarificó aún más. Croacia cada vez estaba más perdida y esto lo aprovechó México para apretar y hacer daño en algún ataque. Fueron ganando terreno, otra vez empezando por el centro del campo, donde un Márquez muy descolgado se incorporaba y hacía de pivote para que sus compañeros pudieran subir con más tranquilidad. Precisamente el Kaiser de Michoacán marcó el primer gol de la Tri a la salida de un córner, y volvió a recordar que es un mito viviente de su país y del mundo del fútbol. El gol desanimó aún más a Croacia, que entonces necesitaba dos goles para pasar, y en un intento de levantarse, recibieron el segundo tanto, y luego el tercero. Un último gol de Perisic maquilló el marcador, pero todo ya estaba hecho. El ‘Piojo’ Herrera saltaba, gritaba y se tiraba por los suelos celebrando un pase por el que nadie hubiera dado un duro cuando Estados Unidos salvó a su máximo rival con un gol en el último minuto. Fútbol es fútbol, que diría el amigo Boskov.


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