sábado, 1 de marzo de 2014

Mi visita a Valdebebas

El Alfredo Di Stéfano se vestía de gala para acoger la Youth Champions Cup. Chavales de la Fábrica, comprometidos y uniformados iban poblando el graderío, mientras que curiosos previsores buscaban sus asientos y portadas de futuro. Real Madrid- Napoli. El césped pedía a gritos ser recorrido por un balón y a cada segundo consumido resultaba más atractivo y tentador. Por fin empezó lo importante. El Madrid formaba con un 4-1-3-2 con muchas variantes, en el que destacaba la figura del mediocentro puro, Llorente, sobrino de Gento y nieto de Grosso. Sin duda el jugador más prometedor de los 22, sobrado. Un futbolista completísimo, sobre el que gravitó todo el juego merengue, dio un recital de colocación, distribución y ejecución. Los blancos ponían el veneno por las bandas, con dos extremos incisivos y descarados, Cedrés y Álvaro. Enzo Zidane se encargaba de la elegancia, heredada, y los tonos melódicos. La defensa impecable, centrales sobriosy de gran salida de balón; laterales selectos, brillantes arriba y abajo. Enormes desgracias tendrían que abordarles para que no lleguen a la cima.















El partido transcurría rápido. El Madrid dominaba y producía de forma excelsa esperando el gol, que apareció pronto, obra de Javier Muñoz (interior diestro) a pase de Enzo. Del Nápoles impresionaban más sus modernos peinados que sus jugadores. Estaban agazapados y parecían alérgicos al balón. Los locales la movían con fluidez y profundidad, disfrutaban. Enzo pudo declinar el choque definitivamente pero sus disparos no encontraron la misma lucidez que sus giros. Es elegantísimo, le falta nervio y carácter, el famoso síndrome que muchos quisieran padecer... Terminó la primera parte, el sol se apagó y el frío comenzaba a azotar con fuerza, malos indicadores. La segunda mitad ya oscurecida, ofrecía la sensación de haber dejado escapar a un inofensivo Nápoles. Lo dicho, los italianos empujados por los pícaros consejos de su característico míster llevaron el partido a su parcela, aprovechando el bajón físico del Madrid. Faltas, interrupciones, triquiñuelas, provocaciones. Aquí los partenopeos son insuperables y el Madrid cayó intoxicado como cualquier equipo más talentoso que hacendoso. En un córner injusto un cental napolitano (Lacicki) consiguió anotar. La corriente arrastraba a los blancos hacia el precipicio pero cuando todo estaba oscuro prendió una vela. Último minuto de juego y saque de esquina para los nuestros. La peina Juanjo (delantero), la zaga la saca in extremis y Febas, mediocampista que había salido de refresco enchufa una volea magistral desde la frontal en el segundo final. Los madridistas estallaron en júbilo y los italianos se desplomaron al unísono. Partidazo.

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Guardo para el final a Juanjo. El jugador que más me entusiasmó. El 9 del Real Madrid. Colombiano del 95, nacido en Pasto. Ha debutado con el Castilla y suele comparecer en el Madrid C con asiduidad. A pesar de que no estuvo acertado en el partido me pareció espectacular. Desde que le vi saltar al campo me recordó al Kun, salvando las distancias. Me rindo ante los delanteros móviles y asociativos y Juanjo cumple esas características. Es rapidísimo, muy habilidoso y fuerte, tiene un gran salto, es vertical, desborda y mueve el balón a la perfección. Falló en algunos movimientos de remate y en alguna toma de decisiones, no fue de los más destacados, pero aún así consiguió despertar mi ilusión. Pinta espléndido.

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